El yoga no es solamente “para gente grande” ni tampoco “solemne” o “aburrido”. Esas ideas horrorizan a Fabiana Cataldi, terapeuta y profesora maestra de yoga. Con un espíritu inquieto, lidera un instituto en Mataderos donde enseña su propio método a más de cuarenta alumnos. Para algunos, eso puede ser poco – me dice, pero para ella es la cantidad ideal después de haber trabajado con cientos de personas a lo largo de su vida, desde víctimas de maltrato hasta pacientes del Borda.
La experiencia le demostró la importancia del equilibrio entre la mente y el espíritu, así como el valor de resolver los problemas aquí y ahora: por ello decidió especializarse en la terapia holística. Hoy reflexiona sobre su trayectoria y nos cuenta a qué se dedica, las herramientas que utiliza y para qué público las recomienda.
— ¿Cómo descubriste tu vocación?
— Empecé a los 18 años, un año después de entrar a estudiar Psicología en la UBA. Entré al Gobierno de la Ciudad en la parte de Contaduría General, pero no era lo mío. Me cambié a Acción Social y ahí comencé a darle terapia a hombres de la calle. Después fui parte de un proyecto de Unicef dirigido por Estela Grinbank, donde coordiné talleres de violencia en escuelas de Caballito y Parque Patricios. También di charlas de ESI y de prevención de drogas en barrios vulnerables. Más tarde, al estudiar Psicología Social, pasé mis sábados en el Borda, viendo como la mejoría de los pacientes se desvanecía día tras día. El olor, la locura, fue demasiado. Pero calle no me falta.
— ¿Por qué elegiste especializarte en la terapia holística?
— Me di cuenta de que más allá de la mente hay un vacío en la gente que tiene que ver con algo espiritual. Por eso decidí ir por las ramas de la espiritualidad: con las teorías transpersonales y las sistémicas, las constelaciones familiares, las Barras de Access, todo lo relacionado a lo holístico.
Por otro lado, creo que la terapia tradicional – el psicoanálisis – tarda demasiado. La gente necesita más presente, que las cosas sucedan rápido. Terapias del aquí y ahora.
— ¿Y cuándo iniciaste en el yoga?
— La primera vez que hice yoga fue hace 27 años. Estaba embarazada de mi primera hija, Lucía. Tenía una instructora fantástica. Yo sentía que llevaba un embarazo divino y estaba sostenida por algo más. Después fui con mi recién nacida a las clases. Todos decían que era una “bebé de yoga”, re tranquila.
— ¿Qué te impulsó a querer enseñarlo?
— Quise transmitir lo mismo que había sentido durante mi embarazo. Así que empecé a estudiar cuando mi hija era chica. Después Lucía aprendió también e hicimos el método juntas.
— ¿Podrías contar cómo llegaron al método Full Yoga?
— El yoga tradicional me aburría. Está asociado a la gente grande solamente y no es así. Al contrario: cuanto más chicos empiezan yoga mejor. Entonces quise unir que fueran grupos heterogéneos, de todas las edades, y que se pueda trabajar el músculo, la flexibilidad y que las relajaciones sean meditaciones. Me gusta que sea divertido, porque parece que la espiritualidad tiene que ver con ser serio, solemne y no es eso. Se trata de alegría, felicidad. Eso intentamos brindarles.
— Hablás mucho de espiritualidad, ¿Hacer yoga o algún tipo de terapia holística implica seguir una filosofía de vida?
— No, para nada: tengo alumnos que solo vienen por lo físico o porque tienen un problema y lo quieren resolver. Cada persona es un mundo. Está abierto a todo y a todos. Como tampoco tiene que ver con una religión. Es más, si me preguntás “¿Qué sos?”, te diría que un poco cristiana, un poco budista, un poco judía… de cada cultura hay que sacar lo mejor.
— Volvamos a las terapias holísticas. Una de ellas son las Barras de Access: ¿Podrías detallar de qué se trata esta técnica?
— Es una técnica muy del aquí y el ahora. Se originó en Estados Unidos. Un médico se dio cuenta de que al tocar determinados puntos de la cabeza se alteraba una emoción o un área de la vida de la persona en la que tenía problemas. ¿Por qué barras? Porque son dos puntos, uno de cada hemisferio. Es una “barra” energética. No tiene nada que ver con el reiki, porque esos son los chakras.
— ¿Cuáles dirías que son sus beneficios?
— Al activar esos puntos, la persona mejora la amplitud de su mente. Puede ver más posibilidades. No le soluciona la vida, pero ayuda a abrirle caminos.
— ¿A qué personas les recomendarías realizar una sesión de Barras de Access?
— Las barras son para personas que busquen una solución inmediata por medio de alguien más. Pero como nada es magia, son terapias muy específicas, para determinadas cosas. Se hace una vez cada 20 días o inclusive una vez por año, como el consultante prefiera.
— Respecto a las constelaciones familiares: Entiendo que la mayoría son grupales, ¿Cómo se trabaja?
— En las constelaciones grupales la persona trae un problema a resolver y se arma una dinámica donde cada integrante encarna un personaje – sin ser consciente de ello –. El problema puede ser que se repita una creencia, un patrón, que haya lealtades familiares a cortar (Ej. Si tu mamá fue infeliz, vos sos infeliz). Al descubrirlo nos abrimos paso a sanar al niño que todos tenemos dentro.
— ¿Se resuelve el problema en una sesión o requiere de varias?
— Puede resolverse en una o requerir de más constelaciones si es un problema complejo. También puede desarrollarse en una sesión de terapia individual.
— ¿A quién le recomendarías probar las terapias holísticas?
— A todos los que estén con tristes, con dolor, que quieran cambiar y no encuentran el camino. Creo que no venimos a ser infelices, sino a ser felices: que nadie les diga lo contrario. Hay que trascender los momentos malos. Ayer me decía una persona en yoga justamente: “Vengo acá y suelto los problemas, las preocupaciones.” Las terapias holísticas son instrumentos para encarar la vida de la mejor manera.
— Además de sanar el alma, también algunos creen que alivian dolencias del cuerpo. ¿Te parece que algunas de estas terapias pueden complementar a la medicina tradicional?
— Totalmente. Según la biodecodificación – una de ellas – ninguna enfermedad es producto de la nada, vienen desde la mente o de la emoción. Hay gente que acumula mucho estrés, resentimiento, rencor, falta de perdón y eso pasa factura después. Tenemos mucho para trabajar los seres humanos, porque si no, no podemos ser felices.
— Para vos, ¿Qué es central que toda persona trabaje para ser feliz?
— El amor. Saber que se trata de dar, sin agendas. No es egoísta, no espera nada a cambio. Hay que aprender a amar sin expectativas y aceptar al otro, sin juicios. Si algo se hace con amor, nunca te puede ir mal.



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